A veces, cuando un niño conoce a una persona que no pertenece a su entorno familiar, temeroso, suele esconderse detrás de alguno de sus progenitores, evaluando a aquel extraño.
Esta situación resulta bastante normal, sobre todo cuando el pequeño tiene entre tres y cuatro años. Es en esta edad cuando el niño o la niña empieza a ser consciente de que los adultos le evalúan y la resistencia a enfrentarse a dicha situación le genera timidez.
Lo normal es que, con el tiempo, nuestros pequeños vayan perdiendo la timidez y el hecho de conocer a alguien nuevo no les produzcan tanto rechazo. Y eso gracias a la guardería y el colegio, lugares donde los niños se relacionan con otros y van adquiriendo habilidades sociales.
No obstante, si aún así los infantes continúan evitando situaciones como hablar con otros niños, levantar la mano en clase – con la consiguiente obtención de malas notas- o saludar a un familiar, entonces deberemos ayudarle a adquirir esas habilidades sociales para evitar, en un futuro, que desarrolle fobia social o el trastorno de personalidad de evitación.
Aunque hay que tener en cuenta que a pesar de que las personas que las padecen fueron consideradas tímidas durante su infancia, no todos los niños tímidos pueden llegar a desarrollarlas.