El mejor amigo de tu bebé

A veces es un peluche, otras un trapo o sábana, otras una mantita, la almohada, un objeto en especial… pero suele existir ese objeto que para los niños se vuelve indispensable en su día a día y sin él no da un paso en falso, o no descansa.

Es más común y normal de lo que crees. Los más pequeños se aferran a los peluches, por ejemplo, convirtiéndolos en sus mejores amigos cuando les dan seguridad y les ayudan a afrontar situaciones que les resultan complicadas, difíciles o incómodas.

Los psicólogos denominan a estos peluches: objetos afectivos o de transición.

Suelen aparecer entre los 8 meses y hasta los 2 ó 3 años, y ejercen distintas influencias sobre el niño: le consuela, le reconforta, le acompaña. Para eliminar convenciones, no es verdad que los niños que se aferran a sus peluches denotan falta de afectividad o cariño.

Aún así, los padres debemos acompañarles en el momento del adiós, y ayudarles a desprenderse de esa relación con los objetos. Hay que tener en cuenta no quitárselo hasta que se haya olvidado por completo de él.

Dejar que use el peluche siempre que quiera le dará autonomía y favorecerá su personalidad, pero si tu hijo tiene ya tres años, ve limitándole el uso, hasta que consiga olvidarlo y sustituirlo por otras actividades y distracciones.

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